Siguiendo la linea de las tonalidades de la pintura, escogemos una ropa en tercipelo marrón. Una tela de peso y cuerpo que
hace de su movimiento y opacidad, el perfecto rincón práctico para vestirse y desvertirse. Gracias a los grandes ollados, el deslizamiento por la barra, aún siendo curva, es perfecto y ágil. Cosida sin llegar al suelo para que no recoja el polvo que se pueda acumular sobre el suelo de roble blanqueado, pensando en todo momento hasta el último detalle.
